En el verano de 2007 empieza la crisis subprime americana, cuando se inicia el aumento de la morosidad de las hipotecas de alto riesgo, de los ya conocidos "NINJA". Esto provocó que las titulizaciones hechas por los bancos de inversión, que tenían como garantía el pago de esas hipotecas, dejaron de tener valor, desatándose así la crisis de confianza y liquidez a nivel internacional.
Por este motivo, las entidades financieras acudieron de forma masiva a las subastas de liquidez hechas por el BCE, evitándose de este modo el colapso del sistema.
La problemática radica en que las autoridades financieras deberán absorber esos fondos de forma gradual para evitar que haya un brusco aumento de los tipos de interés. Si hubiera un aumento demasiado rápido de los tipos el crecimiento económico podría peligrar.
Además, el dinero no ha fluido entre los distintos agentes económicos, básicamente, los bancos consiguen dinero barato (al 1%) para arreglar sus balances y lo prestan a unos diferenciales muy elevados, con lo que la financiación de los bancos podría decirse que es gratuita.
Fundamentalmente, las entidades financieras no quieren asumir ningún riesgo, y lo que están haciendo es reducir el apalancamiento adquirido después de varios años de bonanza económica.
La duda que queda es si los principales gobiernos estarán midiendo el riesgo inflacionario que puede provocar toda esta inyección de dinero y de si tomarán en cuenta la situación de los mercados financieros cuando decidan retirar el exceso de liquidez. Tal y como comentó el pasado 3 de noviembre el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, “aunque no es momento de eliminar todavía las medidas extraordinarias económicas acometidas por los Gobiernos de los principales Estados para hacer frente a la crisis, admite que se debería empezar a hablar de ello”.
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